UN LUGAR SEGURO
A lo largo de estos últimos días muchos hemos hablado del proceso de adaptación escolar como un proceso de familiarización y de creación de vínculos. Este proceso tan delicado no puede llegar a producirse en un par de semanas, sino que lleva más tiempo sentir la figura del o la maestra como un lugar seguro.
Un lugar seguro es aquél que, física o psíquicamente, nos ofrece seguridad, protección, acompañamiento; nos permite ser tal y como somos, y sentir tal y como sentimos; valida nuestras emociones y nos genera tranquilidad.
Como adultos, hay quienes tenemos amigos que son nuestro lugar seguro y hay quienes también nos lo generamos, elaborando mentalmente un lugar donde nos podemos retirar en cualquier momento en que necesitamos sentirnos fuera de peligro, seguros y sostenidos. Qué maravilla contar con ambos.
La madre y el padre suelen ser lugares seguros, aunque puede ser que no siempre ni para todos los niños. En el proceso de familiarización con la escuela, los pequeños están dejando ese lugar para ir a otro donde, al inicio, no saben nada del que será su referente. Quizás nunca hayan visto su rostro, ni oído su voz y menos, sentido su abrazo.
Pero qué difícil tarea la de convertirse en el lugar seguro de 20 alumnos, y que ellos te sientan así.
Un abrazo amoroso, el estar disponible emocionalmente, una mirada empática y validar sus sentimientos nos ayudaran en este camino. Y no es un camino fácil. Pero qué extraordinario es cuando sientes que te has convertido en un lugar seguro para ellos.
Démonos tiempo: a los niños y las niñas para sentirse seguros, a los maestros y maestras para tejer esta relación y a las familias para acompañar este proceso.